viernes, 8 de junio de 2012



Me siento en mi terraza favorita y ladeo mi cabeza ligeramente , entornando los ojos hasta que el sol se convierte en un brillo intenso de lineas doradas, borrosas .
Recuerdo nitidamente el día que te vi por primera vez .
Dejaste el sombrero sobre la mesa con ternura y comenzaste un ritual lento, apacible; conocías el arte de fumar en pipa, recuerdo aún ese olor intenso de las bocanadas de humo denso, disipándose en el aire ; un ligero aroma a té de bergamota invadió la terraza, cuánta paz irradiabas; siempre leyendo entre las brumas del humo gris.
Nada me hizo presagiar la intensidad de la pasión que se ocultaba tras aquel halo de aparente serenidad, tras aquel primer saludo intranscendente.
Miles de veladas nocturnas vienen a mi mente caldeando el ambiente , ya de por si tórrido en la tarde veraniega , Vivir con mayúsculas …..
Pido una cerveza amarga y helada, como el sabor de mis recuerdos, húmeda como mi ánimo, llena de espuma como el viento que precede a las olas .
Abro de nuevo mis ojos al sol , observo a mi alrededor; un niño sueña en su cochecito bajo la atenta mirada de su madre, algún funcionario ojea el periódico con un café humeante entre las manos, varios adolescentes gritan y ríen por cualquier cosa, cerca de mí, ondea un cabello a pesar del poco viento, que llama poderosamente mi atención. Siento unos ojos que se clavan en mi nuca y una especie de calambre eléctrico salta entre mi silla y la contigüa.
Mi vida gira de nuevo y sonrío a un nuevo desconocido ¿será un presagio o el efecto de mi terraza favorita?

Fuensanta López

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